En la infancia cuando descubres algo relevante, que suele ser constantemente, todo es inesperado e impactante. También en la pubertad en el estallido hormonal que cristaliza en la madurez (crisálida humana) se presentan mil cosas nuevas que sorprenden y revuelven tu ser, pero poco a poco lo que acontece termina por ser irrelevante, perdemos la ingenuidad y de alguna forma nos liberamos de sentir ciertas emociones que enterramos en el fondo del cerebro analítico, es la lavadora doctrinal de la adultez que nos limpia de ser uno mismo, de sentir y entender la emoción. Nos enseñan desde que nacemos que lo que está bien es ser maduros, responsables y ortodoxos, pero a costa de perder muchas cosas que cuando eres niño son las que mueven tu vida, cosas nimias que sirven para dar salida y explicación a todas eso que no se entiende de la existencia, pero que muchas veces ni en la mayoría de edad alguien nos puede explicar, y es que cuando naces el paquete no trae instrucciones ni aunque me lo cuentes tu Stephen (hawking).
Se mueve... un pez es un libro que ahonda en todo esto. Contado en forma de pequeños relatos e ilustrado con mis imágenes, dibujos que gracias a la prosa de João do Santos Alexandre, de quien nace la idea de este libro, he tenido la suerte de poder hacer. Así durante esta última temporada, casi dos años, he estado embarcado en la aventura vital que me ha servido para disfrutar prácticamente cada momento que he compartido con él mientras se iba cociendo a fuego lento esta publicación. Soy muy afortunado de ello y no es por llenar mi ego con esta reflexión pero no tiene precio lo que él me ha aportado, y no estoy hablando del resultado final, sino de la estupenda experiencia de sentarnos día a día, sin urgencia, disfrutando de lo que acontecía cada paso que dábamos, reflexionando sobre lo que contaban mis pinturas de sus relatos, hablando de arte, de la vida en consecuencia y fluyendo cada minuto siendo muy conscientes y extrayendo el jugo de la vivencia que se iba aconteciendo, todo ello sólo por el puro gusto de llevarlo a cabo, de transmitirlo y de compartirlo con quien quiera poder disfrutarlo.
A
veces ocurre, no suele ser muy a menudo, que la existencia propia se
transforma, da un vuelco y ya no es la misma, y cuando eso pasa el ahora toma el primer
plano y deja de ser una simple palabra. Ahora eso es así.
Os invito a que os acerquéis a este libro y toméis un sorbito de lo que él destila, seguro que no os dejará indiferentes.
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