Cuando era pequeño tomaba leche de vaca, auténtica, cremosa, sabrosa y muy nutritiva leche de bovino, recuerdo que un vaso era algo poderoso; necesitabas un rato para tomarla, era como un buen wiski, que lo ibas degustando poco a poco. Era una leche sin aditivos de ningún tipo, fresca, 100% natural, de la que se podían extraer de manera sencilla, la nata, que untada en pan con un poco de azucar era una delicia, o los calostros que se hacían cuando se cortaba la leche, bien provocado o accidentalmente, o el yogur natural, la mantequilla, el queso...
Con el tiempo nuestros queridos y efectivos gobernantes tuvieron la brillante idea de prohibir su venta y decidieron que sólo grandes empresas extractoras y envasadoras pudieran, bajo unos estrictos controles de calidad, comercializarla, aludiendo que era peligroso para la salud su ingesta sin un procesado previo, el famoso pasteurizado (si Pasteur levantara la cabeza). Ese hervido a altas temperaturas durante corto tiempo que mata los microorganismos que pueden porvocarnos enfermedades. El mismo hervido que en mi casa se hacía todas las semanas con los litros que luego ibamos a consumir y que requería de una atención exclusiva, ya que el hervido provocaba que la leche se sobrara, desparramandose por la cocina y quemando el recipiente, vamos, que se producía el caos.
Y cuento todo esto porque la vaquería a la que nosotros ibamos a por la leche era de Valentín Zangróniz, que años más tarde y trabajando en la malograda Jazzgroup tuve el gusto de ilustrar el logotipo que ahora adorna su establecimiento en Logroño. Y aunque de momento no me he podido quitar de comerme a mis primos mamiferos rumiantes siempre que veo este logo pienso en las condiciones en las que viven para satisfacer nuestro apetito los pobres, algo que si deberían hacer cambiar nuestros gobernantes.
http://www.larioja.com/v/20111123/rioja-region/pero-donde-esta-jazz-20111123.html
1 comentario:
Daviz,
Como comentas en tu ensayo hay una carencia absoluta de creatividad por lo condicionado que está, no ya el universo docente, sino la sociedad en general.
Sin embargo, lo más preocupante es que esa falta de creatividad (o iniciativa), se da incluso en aquellos campos en los que no parece tan necesaria...
Sí yo también lo he padecido con mis chavales. Es ansolutamente necesario pautar todos y cada uno de los pasos de cada actividad propuesta. No hay espacio para la sorpresa. No es que no se atrevan, no saben sorprender
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