Qué gran perra (tuvo suerte de no tener pedigrí), me asustaba cuando de pequeño llegaba a casa de mis primos, como Hector* entrenado defendía su territorio con un ladrido o dos, a veces tres pero eso era todo, luego todo eran mimous y miradas de curiosidad... eso si, a veces parecía que estaba en el espacio como su tocaya, y es que ellos, los perros necesitan muy poco para estar a gusto.
*Doverman de otra prima.
1 comentario:
Yo me acuerdo mucho de Tula. Que maja era... Donde acabaría la pobre.
Publicar un comentario