domingo, 27 de mayo de 2012

Expolio juvenil (capítulo 2)

Tenía 14 años, había sido invitado a Cabueñes 85, en la Universidad Laboral de Gijón, a raiz del Certamen nacional de Artes Plásticas en la especialidad de pintura donde fui premiado en La Rioja junto con el Tris (casualidades de la vida, actualmente ocupando la vacante que dejé en el periódico La Rioja) y otro chico de Nájera del que no recuerdo su nombre.

Durante dos semanas tuve la oportunidad de asistir a clases, seminarios, proyecciones de cine y sobre todo a estar en contacto con gente joven de toda España que en aquel momento dedicaba su tiempo a la pintura y otras disciplinas artísticas. En aquellos días la organización puso a nuestra disposición las instalaciones y el material necesario para que todas la mañanas pintáramos y diéramos rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad. Recuerdo que mi soriano padre me había contado una anécdota de como debían trasladarse a moler el trigo en la posguerra lejos de su pueblo para evitar que la guardia civil requisara la harina sistemáticamente a todo aquel que tuviera un gramo del preciado producto. Aquella historia me impactó tanto que fue la escusa para pintar un cuadro del que he reproducido una imagen del recuerdo que tengo de ella. Y es que durante la segunda semana de nuestra estancia en Gijón nos proporcionaron una tela de 2 x 2 metros y pintura acrílica para que en ella hiciéramos lo que previamente habíamos abocetado la primera semana. 
Llegados los últimos días de aquel encuentro artístico, Dis Berlin, un joven pintor soriano desconocido para mi, pero que según los monitores del certamen tenía ya un cierto prestigio, quiso comprarme mi tela. Aquello supuso un emocionante e inesperado dilema, dotar al cuadro de un precio. Durante un día estuve madurando que pedirle ya que no tenía ni idea de precios y valores. Así, quedamos un día más tarde en un lugar y una hora para llegar a un acuerdo, pero aquel supuesto comprador no apareció en la cita. El día que debíamos coger el tren de vuelta a nuestras casas, todos los chavales fuimos a recoger nuestros trabajos y ¡oh sorpresa! mi paisaje había desaparecido. Pude sospechar algo, pero era demasiado joven e inexperto. Apenas tuve tiempo para reaccionar, los monitores se lavaban las manos ante mi desesperación por aquella perdida y el tiempo corría en mi contra. Finalmente y con una amarga sensación tuve que montarme en el tren y regresar a Logroño.

¿Fue Dis Berlin quien me robó aquel cuadro? No hace falta ser muy mal pensado para pensar que si, puede que nunca llegue a saber la verdad de aquel episodio pero no pierdo la esperanza. Igual un día le llega esta información y tiene la gentileza de ponerse en contacto conmigo para desmentir o corroborar si tiene en su poder mi preciado cuadro... aunque ahora ya no soy tan ingenuo para pensar tal cosa.

sábado, 5 de mayo de 2012

De ratones con orejas azules

Ayer, en la academia donde tengo el gusto de dar clases de pintura y diseño hablando con Paula, una clienta, me ocurrió algo que cada vez me pasa con más asiduidad. Ella estaba dibujando un ratón copiandolo de un libro, cuando vi su dibujo le dije "¡mira que color rosa más bonito tienen las orejas!" llamando su atención sobre ese color, ella me dijo que no le gustaba el rosa, yo como es natural en mi le dije, pues pintalo de azul. Su cara cambió de expresión ensombreciéndose y dijo: "...es que si lo hago se va a enfadar la señorita." Entonces le pregunté si el dibujo lo hacía como deberes para clase y me dijo que si. En aquel momento mi corazón se estremeció en una profunda pena ya que Paula, que con sólo 6 años, dibujaba para saciar el gusto de su mal llamada "señorita", la supuesta profesora, ya no digo maestra, que siguiendo un lastimoso criterio había conseguido que una niña tan pequeña pintara totalmente condicionada por su erroneo criterio. Y es que desde muy pequeños nuestros queridísimos tutores, padres, profes o adultos en general, continuamente modelan nuestra personalidad despojándola de todo atisbo de creatividad. Y estamos hablando de una disciplina que se supone libre, donde el gusto por hacer las cosas prevalece sobre lo que es correcto y se supone que está bien. ¡Qué no haremos con el resto!

Parece que las cosas sólo se pueden hacer de una manera. Popularmente ordenamos a nuestros hijos-alumnos diciéndoles: "no hagas esto, no hagas aquello, no digas eso, no te toques ahí, no corras, no pongas las manos así, no dibujes eso, no saltes, no te salgas del dibujo al colorear..." y entiendo que de alguna manera hay que educarles, pero debemos, según mi humilde criterio, pensar una decima antes de decirlo si realmente estamos coartando su libertad creadora en pos de nuestra tranquilidad adulta y la salud de nuestros impacientes nervios o si simplemente lo hacemos en según de lo que es politicamente correcto.

Cuando era chaval, no se si por suerte o por desgracia, sobre todo en los primeros años de mi educación, en la E.G.B., la asignatura de plástica (algo elástico, flexible y deformable por definición) consistía en dos horas de dibuja lo que quieras con tus pinturillas de palo en tu cuaderno, quizás por aquello de que era una asignatura de las llamadas "marías", nadie nunca me dijo nada al respecto de que debía hacer, como debía dibujar, y esta no-educación me sirvió para dejar volar mi fantasía y viajar a mundos donde en las demás asignaturas no me dejaban. Cierto es que en mis notas de expresión plástica estaban haciendo hincapié en que supuestamente lo hacía bien, ya que los sobresalientes estaban a la orden del día, pero la verdad es que nadie, ningún profesor o profesora del colegio en todos los años que he estudiado algún tipo de asignatura sobre este tema, jamas me han enseñado nada, seguramente porque no tenían nada que enseñar, y ya no a mi, un superdotado amante del dibujo desde que nací (jajaja, que mal me suena esto), sino al resto de chavales que se supone no sabían dibujar. Decir también que a pesar de mi genética predispuesta nunca he parado de hacerlo, de hecho como ya he dicho en otras ocasiones todavía estoy aprendiendo, y es esto, la búsqueda continua de una imagen lo que realmente es dibujar.

Para terminar, y para los cuatro gatos que hayáis llegado leyendo hasta aquí y queráis disfrutar aprendiendo os emplazo a que veáis estos dos videos a los que ya hice referencia en otras entradas que tienen que ver con todo esto y que hoy me ha sacado de la cama mucho antes de lo habitual para escribirlo.

Este primer video tiene una pestaña con subtítulos para que no os perdáis nada.(http://www.ted.com/talks/lang/en/ken_robinson_says_schools_kill_creativity.html)

http://vimeo.com/27285817

Ah, se me olvidaba. No dejéis a vuestros chavales ver nunca telediarios, suelen tener dos rombos y si lo hacéis que los vean con vosotros para poder explicarles porque son tan malos los malos. Esto seguramente será el tema próximas entradas.

Ilustración de la entrada pintada por Candela, una de mis sobrinas cuando tenía 3 o 4 años.

viernes, 4 de mayo de 2012

Menuda leche

Cuando era pequeño tomaba leche de vaca, auténtica, cremosa, sabrosa y muy nutritiva leche de bovino, recuerdo que un vaso era algo poderoso; necesitabas un rato para tomarla, era como un buen wiski, que lo ibas degustando poco a poco. Era una leche sin aditivos de ningún tipo, fresca, 100% natural, de la que se podían extraer de manera sencilla, la nata, que untada en pan con un poco de azucar era una delicia, o los calostros que se hacían cuando se cortaba la leche, bien provocado o accidentalmente, o el yogur natural, la mantequilla, el queso...
Con el tiempo nuestros queridos y efectivos gobernantes tuvieron la brillante idea de prohibir su venta y decidieron que sólo grandes empresas extractoras y envasadoras pudieran, bajo unos estrictos controles de calidad, comercializarla, aludiendo que era peligroso para la salud su ingesta sin un procesado previo, el famoso pasteurizado (si Pasteur levantara la cabeza). Ese hervido a altas temperaturas durante corto tiempo que mata los microorganismos que pueden porvocarnos enfermedades. El mismo hervido que en mi casa se hacía todas las semanas con los litros que luego ibamos a consumir y que requería de una atención exclusiva, ya que el hervido provocaba que la leche se sobrara, desparramandose por la cocina y quemando el recipiente, vamos, que se producía el caos.

Y cuento todo esto porque la vaquería a la que nosotros ibamos a por la leche era de Valentín Zangróniz, que años más tarde y trabajando en la malograda Jazzgroup tuve el gusto de ilustrar el logotipo que ahora adorna su establecimiento en Logroño. Y aunque de momento no me he podido quitar de comerme a mis primos mamiferos rumiantes siempre que veo este logo pienso en las condiciones en las que viven para satisfacer nuestro apetito los pobres, algo que si deberían hacer cambiar nuestros gobernantes.


http://www.larioja.com/v/20111123/rioja-region/pero-donde-esta-jazz-20111123.html

jueves, 3 de mayo de 2012

Sauce Blanco

Este logotipo es mi último trabajo, imagen corporativa de unos distribuidores de material para peluquería. Son gente joven y emprendedora (entre ellos está Diego Perez, un amigo con quien trabajé una temporada haciendo páginas web) que no han dudado en arrancar con su propio negocio después de trabajar en este sector durante un tiempo.
El concepto de la marca atiende a la necesidad de conjugar peluquería con el elemento vegetal del propio nombre; el icono dibuja un sauce blanco que recuerda un peinado o incluso un juego de peinetas. Los colores están relacionados con los productos de belleza en el fuxia y con la idea de promover productos ecológicos en el verde. La tipografía principal es una Futura, aunque ya podemos considerarla una clásica, y la intención de su uso es la limpieza y la buena legibilidad que proporciona, combinada con la Trajano una tipografía tambien clásica con gran porte.

Espero que les vaya bonito.