sábado, 18 de diciembre de 2010

Tecnología y evolución

Hoy me gustaría empezar hablando del vino, ese líquido elemento que en mi tierra es venerado hasta limites extremos, considerado fuente de salud, catalizador de festejos tanto sagrados como laicos y que por supuesto nunca será considerado como una droga (que lo es) como la heroína, el crack o el eter. Y es que esta misma semana tuvimos en mi taller una conversación sobre que cosas son buenas y malas en la educación de los niños y en la que yo defendía que las nuevas tecnologías (todo lo que tenga que ver con un ordenador, consolas, videojuegos, programas, redes sociales, etc.) no son perjudiciales para los infantes y sin embargo el resto de tertulianos las miraban con recelo, apuntando que estaban llevando a los chavales, no a todos, pero si a muchos de ellos al aislamiento y basicamente que eran absorvidos por estas hacía un submundo de incomunicación. Con todos mis respetos, el miedo que surge de la ignorancia, pienso yo, es el que nos lleva a creer esto.

Y digo lo del miedo y la ignorancia porque cuando yo era adolescente, en los finales de los 80, pasaba horas por no decir días jugando al rol, cuando todavía la gente no sabía siquiera que era eso del rol. El caso es que muchas veces nos reuníamos en los portales de mi urbanización una cuadrilla de amigos para imbuirnos en mundos de elfos y dragones mientras cada poco pasaban vecinos que iban y venían mirándonos entre dados, libros de manuales, papeles, carpetas y a veces comentando sonrientes lo bien que estábamos allí. Para ellos era perfecto vernos haciendo algo que parecía eran deberes y teniéndonos controlados y en relativa calma. Unos años después un desequilibrado y enfermo adolescente, conocido como el niño de la katana, asesinaba a sus padres y en todos los medios de comunicación del pais hicieron énfasis en que la culpa era de los juegos de rol que le habían llevado a cometer semejante parricidio. Yo aquí sigo jugando de vez en cuando al rol de sobremesa y todavía sin asesinar a ninguno de los padres que tengo, y a los que respeto y quiero mucho por cierto.

Mi sobrina Claudia, que tiene casi 15 años, cuando se conecta a la red, no lo hace sola. Muchas veces puede estar al unísono con 40 amigos a la vez. Yo mismo hablo mediante el Skype mientras juego a un videojuego online por las noches (World of the Warcraft) con gente de Toledo, Algeciras, Barcelona, Alicante, tengo conocidos en Mexico, Argentina, con los que chateo de cuando en vez. He conocido los ordenadores desde que nacieron, dibujé por primera vez con un Dragon 32 a los 13 o 14 años, enseguida compre a un amigo de mis padres un commodore de 64 K (65,536 bytes) de RAM y 8 bits, en él aprendí a programar elementalmente en basic, cosa que me hizo entender porque los ordenadores funcionan como lo hacen, he tenido tres video-consolas (y las que vendrán), he pasado por tres o cuatro generaciones de macs y pcs en los que he aprendido sus entornos correspondientes además de multitud de programas de dibujo y diseño que me sirven en mi trabajo, además de escribir en este blog periodicamente, con el que me comunico con vosotros.
Ahora miro la hora en el reloj en la pantalla y a la vez suena mi móvil...
En fin, que el vino es una droga, que en su justa dosis puede ser buena para la salud como es el acido acetilsalicílico o como en este caso son las nuevas tecnologías, esas que nos hacen dar otro pasito más en la evolución humana. Aquí os dejo un enlace de Redes donde hablan de todo esto y que me parece muy interesante.

1 comentario:

3po dijo...

Dos cosillas:

1) Como bebedor de vino (que me gusta) decir que hay que hacerlo con moderación, que los riojas están por las nubes y, en ocasiones, sobrevalorados y que, por supuesto, es una bebida alcohólica y como tal debe tratarse, por muchas alabanzas que tenga este líquido. Ah, y estoy harto de la "cultura del vino" que lleva a relacionarlo hasta con el mundo taurino, entre otras muchas estupideces, según algún impresentable.

2) Comprendo el miedo a las nuevas tecnologías que tiene la gente, pero no lo comparto, obviamente. Me encantan los blogs, compartirlo con los amigos como tu. Relacionarme con gente de todo el planeta (a la vez que mantengo vivo el inglés), compartir contenidos libremente (mi música está en la red y es para uso y disfrute (o voraz crítica) de quien quiera, bueno, y la tira de cosas más. Creo que tenerle miedo no es lo mejor. Hay que comprender a lo que estamos expuestos y hacerlo saber a nuestros hijos. Que sean conscientes de lo bueno y de lo malo. Llevará trabajo, pero si lo conseguimos transmitir bien, merecerá la pena.